Omegna, 1920 - Roma, 1980
«Yo espero que estas páginas puedan ser igualmente útiles a quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación; a quien conoce el valor de liberación que puede tener la palabra. “El uso total de la palabra para todos” me parece un buen lema, de bello sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo». Este párrafo escrito por Gianni Rodari en el prólogo de Gramática de la Fantasía, pareciera vertebrar la filosofía de toda su obra. Crítico y comprometido, el autor italiano llegó a la literatura infantil a través del periodismo, lo que influyó gratamente en su escritura.
Gianni Rodari nació en el seno de una familia de panaderos. A los nueve años se fue a vivir con una de sus tías y permaneció en un seminario hasta los 14. Más tarde, gracias a una beca, pudo concluir sus estudios y trabajar como docente. Ya de adulto se afilió al partido comunista italiano y participó de la resistencia civil contra el régimen de Mussolini. Después de la Segunda Guerra Mundial comenzó con su labor periodística. Fue director del periódico L’Ordine Nuovo, y más tarde, en 1947, trabajó en L’Unità de Milan. En 1950 se mudaría a Roma para dirigir el semanario para niños Pionere. En este período comenzó a acercarse, a degustar y a dedicarse con mayor atención a la literatura infantil.
Su obra para la infancia se caracteriza por estar dotada de un gran sentido del humor, alta fantasía y una visión crítica de la realidad. Entre sus libros más conocidos se encuentran Cuentos por teléfono, Cuentos para Jugar, Cuentos escritos a máquina, Gramática de la Fantsía y Tonino el invisible. En 1970 recibió el máximo galardón que puede otorgarse a quien escribe para niños: el premio Andersen.
Siempre quiso ser músico. Y quizás lo logró de una forma tan poco convencional como su manera de hacer literatura. Compuso palabras, historias llenas de ritmo y ensayos que fueron auténticos allegros para la educación.