5 de marzo de 2015

Entrevista con Wolf Erlbruch














Extracto de la entrevista que Wolf Erlbruch concedió a Gustavo Puerta Leisse para la revista Educación y Biblioteca (nº 162, 2007).

¿Por qué hablarles a los niños de asuntos filosóficos?

La filosofía es una técnica para comprender (quizás) qué estamos haciendo aquí, qué somos, qué posibilidades tenemos. La influencia de la filosofía en la sociedad no ha llegado muy lejos. Algunos filósofos han sido muy famosos y han escrito libros famosos, pero sus ideas no se han extendido a la sociedad en general. La filosofía no tiene mayor alcance porque la mayoría de la gente no conoce el pensamiento filosófico. Claro que existe una filosofía popular pero, obviamente, esta es mucho más simple. 
Yo no sé cuál es la verdad. Pero sí sé que hay que pensar, buscar, tratar de que las cosas te hablen. No solo los seres vivos, sino que todo te hable. Y así, acumulas muchas informaciones. Vas uniendo cabos. Y disponiendo de este saber quizás el mundo sea un poco más rico para ti.

Comparto su visión. ¿Pero la pueden compartir los niños? 

La literatura infantil en general considera a los niños infantiles, con un nivel más bien bajo y trata asuntos estúpidos. Mis libros te pueden confrontar con asuntos que normalmente no están en los libros para niños. Yo los ideo de forma que también puedan motivar a los padres. Me interesa propiciar un diálogo entre hijos y padres; con preguntas, como es normal. Pero no es fácil. Hay muchos prejuicios, hay mucha basura. Aún así, creo en el diálogo. Creo que el diálogo entre padres e hijos es bueno para ambos. Por un lado, los padres se dan cuenta de que, a menudo, los pensamientos de los niños son muy profundos, extraídos de sus experiencias del mundo. Por otro, los adultos han
vivido más tiempo y pueden darle una explicación más satisfactoria a algunas cosas gracias a su experiencia.













Con usted sucede algo muy interesante: sus libros son poco concesivos, difíciles, originales y, sin embargo, ha sido reconocido tanto con premios, como el Andersen, como por la impronta que ha marcado a jóvenes ilustradores. No es habitual que esto suceda. 

Sí, es verdad. Quizás se deba a algo que ha sido apuntado por algún crítico: lo que digo es original, son cosas que vienen de mi vida. Realmente mis historias tienen que ver con mi pensamiento y no con llegarle a un segmento de lectores específico. No pienso en el mercado. Los editores a veces tienen discusiones del tipo: ¿Este libro es para niños de... tres años?, ¿de seis años? A mí me importa un comino, creo que niños de cualquier edad podrían encontrar algo en el libro... quizás... o quizás no... 

¿Qué ha significado para usted ganar el premio Andersen? 

¡Puf! No lo sé. Todo el mundo dice que es un honor. Vale, es un honor. Pero si una persona le da un premio a otra, uno siempre debe preguntarse cómo se ha llegado a esta elección: qué asuntos políticos habrán mediado, quién lo otorga, cuál es el perfil de los miembros del jurado y si ellos son de verdad los más apropiados para juzgar lo que se hace. 
Con un premio nunca se sabe, así que no significan mucho para mí. Para mí es más gratificante cuando siento que mis libros circulan y que la gente los lee. Que lleguen a los niños y los adultos, eso es lo que me parece más importante. 
Está muy bien ganar el Andersen, claro, es un honor. Somos los únicos animales de la tierra que nos damos premios. Lo dije en mi discurso. Ningún conejo le daría a otro conejo un premio por saltar
más alto. Los humanos nos damos premios los unos a los otros para enseñar a los demás lo importante que somos. Es algo muy nuestro, pero no son tan importantes. Es más importante aquello que hacemos. Sería bueno no darle los premios a hombres mayores que ya son famosos. Los premios deberían darse a los jóvenes, para motivarlos.


















¿Cuál es su consejo para un ilustrador de libros para niños que esté empezando?

Que no empiecen demasiado pronto, que esperen. Tienen que ser maduros, lo cual no es tan fácil. Tener el asentamiento del adulto. Ser un niño tampoco es tan fácil. Ellos ven el mundo como es,
ellos lo entienden como nosotros también lo entendemos, es decir, no mucho. Todos entendemos algunos datos, claro. Pero no sabemos por qué estamos aquí, no lo tenemos claro y quizás nunca lo tengamos. Para tomar conciencia de cuánto nos parecemos al niño, para pensar que el niño no vive en un mundo de algodón rodeado de ositos todo el rato, hace falta crecer. 

¿Por qué su interés por el libro álbum como medio para expresarse?

Porque tengo la sensación de que puedo hacer algo en este campo. Creo que con el libro-álbum puedo usar un lenguaje humorístico, irónico, serio, cambiante... que me da libertad en lo que digo. Es muy bueno hacer libros para niños que no sólo sean para los niños. También pueden ser para padres, como habíamos dicho. También pueden estimular el diálogo. Cuando hice con Wemer Holzwarth El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza, que hoy en día se considera un libro para niños, nadie consideraba oportuno publicarlo y no les parecía apto para los pequeños. Su éxito ha sido retardado. 












Hay maestros que consideran que El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza es un libro que enseña la venganza a los niños.

¡Bah! Tienes que ser maestro para, después de mirar todo ese catálogo de cacas, concluir que el mensaje del libro es la venganza... 

Es muy difícil llevar la filosofía a los niños y admiro mucho su trabajo. Pero lo que me parece más difícil de todo es ser tierno. Y usted es realmente bueno en esto. 

Simplemente que me gustan las criaturas. Los niños, pero también los adultos, los animales... Tengo hijos. Tengo sentimientos. Tengo interés por lo que está detrás de la fachada de la gente. No puedo odiar a la gente adulta porque los veo de niños. Incluso el ser más extraño ha sido niño. Lo hacía en mi infancia con mis profesores cuando iban en contra de mí, los imaginaba de niños y podía entenderlos mejor, con sus problemas y sus reacciones injustas. 










Se nos acaba el tiempo. Por favor recomiéndenos un libro.

Alfabeto de la escritora danesa Inger Christensen. Es un poema muy largo donde hace una lista de todo lo que hay en la Tierra. Tenemos la sensación de un milagro, de la maravilla. 

2 Comentarios:

Anónimo dijo...

Abecedario no. Alfabeto de Inger Christensen.

ZR dijo...

Gracias por su comentario, lo hemos modificado, nos limitamos en un principio a reproducir el texto de la entrevista tal como se publicó en su momento.